Hay que dejar bien claro en todo caso, que las drogas son GENIALES. La sociedad no puede vivir sin drogas. Todas las civilizaciones, todas las culturas, salvo contadas excepciones que posiblemente no han tenido acceso a ellas, han utilizado las drogas en su beneficio y disfrute. Es más. En gran parte de los casos, las drogas han estado ligadas a ceremonias religiosas, sociales, ritos iniciáticos... forman parte del hombre en sí. De todas ellas, tan sólo una la traemos puesta de fábrica: el sexo. No tengo autoridad suficiente para pontificar sobre esta apasionante faceta de la personalidad humana, y puesto que de todos es conocido los beneficios ydaños que puede ocasionar, prefiero obviar su descripción. Todas las drogas, consumidas con moderación, son vistas con ojos muy permisivos por la sociedad, lo que favorece su presencia y difusión.
1º: la televisión de los cojones: No hay producto más alienante, más destructor de la voluntad humana, ni mas aislante mental que la que emana de la "caja tonta". En particular, los niños y adolescentes pero también los adultos, pierden las referencias individuales y familiares, trasladando sus modelos psicológicos a los programas, que idealizan, debido a que reflejan sus propias frustraciones, y les proporcionauna vía de solución, la que surge del desenlace de la trama televisiva. Los niños dejan de relacionarse, de jugar con sus hermanos, con sus primos, amigos, con sus padres. En circunstancias normales, estas relaciones son de colaboración otras de conflicto, que contra lo que pueda parecer, son una importante fuente de aprendizaje para la vida adulta. Todos debemos aprender dónde se encuentran nuestros límites, y en el caso de que surjan los conflictos, incluso a veces violentos, debemos medir y/o sufrir sus consecuencias, y generar los mecanismos para resolverlos. Todos, en nuestro trabajo, disfrutamos de las cosas que nos salen bien, pero aprendemos más de las cosas que nos salen mal. En estas situaciones, tenemos que aplicar esquemas que hemos tenido que implantar en la edad infantil, y desgraciadamente, se avecindan dos o tres generaciones que han perdido la capacidad de "negociar" los problemas. Los únicos conflictos que surgen son los del capítulo de la serie de moda, con la cual los jóvenes se identifican, ya que por supuesto, los productores del programa vuelcan las preocupaciones típicas de la edad. El propio programa proporciona una solución "de película" que casi nunca funciona en la vida real, pero les proporciona a nuestros hijos una falsa sensación de placer, puesto que se ha resuelto "su problema" y todos son ya “felices”.
De un tiempo a esta parte, sobre todo tras la desaparición o pérdida de influencia de las cadenas públicas, con la aparición de las cadenas privadas, incluso el propio contenido de los informativos no obedece a criterios imparciales, sino que están al servicio de intereses no declarados. Todos hemos detectado un aumento del sensacionalismo que remueve nuestro "morbo" y nos mantiene pegados a la información. Los temas “de moda” culebrean como serpientes, retroalimentándose hasta que se apaga, sustituido por otro culebrón. Las grandes campañas mediáticas, para consumir determinado producto o alienarnos con determinada opción política, utilizan la televisión sobre todo, no ya con anuncios entre programas, sino con publicidad subliminal en los propios contenidos, o actitudes de famosos o deportistas (qué pocas veces intelectuales) que nos inducen a imitarlos, son referentes sociales muy poderosos, que sustituyen a nuestros padres. Los niños pasan mucho más tiempo hoy delante de la televisión que relacionándose con sus padres, es una consecuencia inevitable.
1º: la televisión de los cojones: No hay producto más alienante, más destructor de la voluntad humana, ni mas aislante mental que la que emana de la "caja tonta". En particular, los niños y adolescentes pero también los adultos, pierden las referencias individuales y familiares, trasladando sus modelos psicológicos a los programas, que idealizan, debido a que reflejan sus propias frustraciones, y les proporcionauna vía de solución, la que surge del desenlace de la trama televisiva. Los niños dejan de relacionarse, de jugar con sus hermanos, con sus primos, amigos, con sus padres. En circunstancias normales, estas relaciones son de colaboración otras de conflicto, que contra lo que pueda parecer, son una importante fuente de aprendizaje para la vida adulta. Todos debemos aprender dónde se encuentran nuestros límites, y en el caso de que surjan los conflictos, incluso a veces violentos, debemos medir y/o sufrir sus consecuencias, y generar los mecanismos para resolverlos. Todos, en nuestro trabajo, disfrutamos de las cosas que nos salen bien, pero aprendemos más de las cosas que nos salen mal. En estas situaciones, tenemos que aplicar esquemas que hemos tenido que implantar en la edad infantil, y desgraciadamente, se avecindan dos o tres generaciones que han perdido la capacidad de "negociar" los problemas. Los únicos conflictos que surgen son los del capítulo de la serie de moda, con la cual los jóvenes se identifican, ya que por supuesto, los productores del programa vuelcan las preocupaciones típicas de la edad. El propio programa proporciona una solución "de película" que casi nunca funciona en la vida real, pero les proporciona a nuestros hijos una falsa sensación de placer, puesto que se ha resuelto "su problema" y todos son ya “felices”.
De un tiempo a esta parte, sobre todo tras la desaparición o pérdida de influencia de las cadenas públicas, con la aparición de las cadenas privadas, incluso el propio contenido de los informativos no obedece a criterios imparciales, sino que están al servicio de intereses no declarados. Todos hemos detectado un aumento del sensacionalismo que remueve nuestro "morbo" y nos mantiene pegados a la información. Los temas “de moda” culebrean como serpientes, retroalimentándose hasta que se apaga, sustituido por otro culebrón. Las grandes campañas mediáticas, para consumir determinado producto o alienarnos con determinada opción política, utilizan la televisión sobre todo, no ya con anuncios entre programas, sino con publicidad subliminal en los propios contenidos, o actitudes de famosos o deportistas (qué pocas veces intelectuales) que nos inducen a imitarlos, son referentes sociales muy poderosos, que sustituyen a nuestros padres. Los niños pasan mucho más tiempo hoy delante de la televisión que relacionándose con sus padres, es una consecuencia inevitable.
Mira a un niño viendo la tele. Tiene una cara más o menos como si se estuviese chutando, y casi no responde a estímulos externos.
Pues eso.
3 comentarios:
hombre, alguna cosa positiva también se le puede encontrar...
Muy interesante artículo sobre la tele, me ha gustado mucho tanto este como el de los garabatos de los niños...
En malas manos la tele puede ser totalmente destructiva...
Menos mal que Internet se acabará imponiendo.
Saludos.
José Enrique
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Peleón.
En casa, cuando los enanos eran más pequeños no veían la tele (salvo cuando desayunaban los domingos con sus abuelos y en vacaciones con ellos que la tenían de niñera a veces, es el precio que hay que pagar...), sólo las pelis que grabábamos a una hora normal, no entiendo por qué las películas infantiles se emiten a partir de las diez de la noche...
Ahora los dos mayores pueden quedarse después de cenar un rato, con nosotros. La vemos juntos, aunque normalmente series americanas en inglés, previamente grabadas, así nos libramos de los horarios que nos quieren imponer.
Discutimos si es real el comportamiento de los personajes, etc. Puede llegar a ser educativo.
Un saludo
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