jueves, 10 de mayo de 2007

Soy dentista, claro


2º: el azúcar y demás carbohidratos refinados: es evidente que su consumo es placentero. El primer dulce de nuestra vida, es la leche materna (es muy dulce, rica en azúcares, una de la que más de los mamíferos) a la que nos agarramos con desesperada necesidad en cuanto asomamos a la vida. Además de la lactosa, que confiere el sabor agradable, existen proteínas (albúmina) y grasas, mezcla presente en prácticamente la totalidad de los alimentos "basura" así como los refrescos y salsas que los acompañan. Algunos autores como Montignac, Burkitt, Campillo, lo han relacionado con la obesidad patológica que afecta a nuestracivilización, y personalmente estoy convencido de que ocasiona a largo plazo trastornos del sueño, del comportamiento, del rendimiento escolar... El pan blanco, las harinas refinadas, féculas… se comportan en menor grado como un azúcar, proporcionando un placer cerebral un poco menos rápido que la sacarosa, pero con idéntico resultado.
Por motivos clínicos, como dentista, estoy acostumbrado a ver niños y jóvenes con un alto índice de caries, de mirada ausente y hablar balbuceante. Procuro establecer inmediatamente un programa de sustitución del azúcar que consumen de forma abundante. Si puedo, procuro que abandonen los carbohidratos refinados de rápida asimilación (dieta Montignac) y cuando además consigo que abandonen el visionado de largas horas de televisión, en uno o dos meses tengo delante a personas que miran a la cara, hablan, razonan y mejoran el rendimiento escolar y su sociabilidad.
Que nadie espere milagros. Los cambios son sutiles, pero para mí, evidentes. Gracias a Dios, parece que la comunidad científica está cambiando. Han observado que poner máquinas de refrescos en los institutos aumenta el absentismo, el fracaso y la violencia escolar. En las cárceles, esta alimentación aumenta la violencia entre reclusos. Y puestos a decir tonterías, creo que puede ser un factor determinante en la miopía de nuestra civilización, junto con el leer tanto y el no mirar nunca al infinito. Conviene mirar por la ventana de vez en cuando a un paisaje verde lejano y recrearse la vista.
Otra observación personal. Casi todos los niños pasan una temporada miopes, durante la infancia tardía y principios de adolescencia. Si no se les pone gafas, a menudo se corrigen solos. Si nos empeñamos en corregirles completamente no hacen (hacemos) más que aumentar las dioptrías.

1 comentario:

Ana H.H. dijo...

¡Oye Peleón, te pagarán el peso de los retoños en oro, si consigues lo que dices!

Esto es consecuencia del egoísmo y miopía de los padres actuales. Es mucho más fácil darle a tu hijo dinero para que vaya a comprarse chuches que pelarle/lavarle una manzana, que previamente has tenido que comprar...

Mi madre dice que en España no se comía por la calle (en Alemania todo el mundo come por la calle) pero esta generación de niños siempre tiene una bolsa de chuches o patatas fritas en la mano, para dejar a sus padres tranquilos. Ya veremos cómo salen.

Otro fenómeno, es ver padres dentro del peso normal, con hijos gorditos.

Una pena.

Saludos