Dado que aún no se habían inventado los libros y cursillos de autoayuda, y que esa parte no rentaba muchos dividendos, y que tampoco quería en la Tierra un adelanto de las llamas del Averno, se avino a rectificar, diciendo que la materia era la materia, de la cual la ciencia podía opinar (tras los palos de Copérnico, Galileo y otros, tampoco tenían demasiado que decir los próceres, digo yo) y el espíritu el espíritu, del cual sólo ellos eran los entendidos y conservaban la patente y franquicia. Osea, se repartieron las cosas, como de costumbre.
Pues en fin. Dejando de lado diversas interpretaciones de la historia, en la que destacados científicos se atreven y opinan de cuestiones espirituales, emocionales, divinas y humanas (prácticamente todos por otra parte) creo que procede el momento del encuentro de las culturas más representativas de ambas filosofías: Oriente y Occidente; hemisferio izquierdo y derecho. Materialismo feroz, espiritualidad supina.
Cuando hace tiempo se hablaba de estas cosas inmateriales, sólo había dos interpretaciones: La de los dogmas cristianos por un lado, y los vagos piojosos emporraos que se marchaban a la India por otro. Sin embargo, la convergencia evolutiva parece que poco a poco pone las cosas en su sitio.
Queda un largo camino, es verdad, y tampoco es el final, pero de siempre no me canso de repetir que, la solución de nuestros males de aquí no está en irnos totalmente p'allá, sino que ellos y nosotros tenemos soluciones que nos pueden convenir a ambos. Y mientras tanto, evolucionamos todos.
La otra mala noticia es que, de momento, en lo único que nos ponemos de acuerdo es en a ver quién se fuma el mundo antes. Más nos valía fumarnos maría en vez de recursos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario