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viernes, 15 de agosto de 2008

Lo de aquí, y lo de allá

Desde Descartes (por algo a los cuadriculados mentales a veces se nos llama cartesianos) se eliminó toda referencia espiritual a la ciencia. Ya comenté que, en la primera edición de la obra, decía que alma y/o psique (mente, espiritualidad y todo eso) y cuerpo (o materia corrupta) eran, en el hombre, por su racionalidad, una única e indivisible cosa, y que era necesario comprender y estudiar ambas juntas. Sin embargo, el buen Bonifacio (Papa católico de turno) casi me lo quema, y se reservó para sí y su curia toda la sección espiritual, emocional, mental... Desde entonces, los psiquiatras caseros han sido los confesores, con mejor o peor fortuna, ya se sabe.
Dado que aún no se habían inventado los libros y cursillos de autoayuda, y que esa parte no rentaba muchos dividendos, y que tampoco quería en la Tierra un adelanto de las llamas del Averno, se avino a rectificar, diciendo que la materia era la materia, de la cual la ciencia podía opinar (tras los palos de Copérnico, Galileo y otros, tampoco tenían demasiado que decir los próceres, digo yo) y el espíritu el espíritu, del cual sólo ellos eran los entendidos y conservaban la patente y franquicia. Osea, se repartieron las cosas, como de costumbre.
Pues en fin. Dejando de lado diversas interpretaciones de la historia, en la que destacados científicos se atreven y opinan de cuestiones espirituales, emocionales, divinas y humanas (prácticamente todos por otra parte) creo que procede el momento del encuentro de las culturas más representativas de ambas filosofías: Oriente y Occidente; hemisferio izquierdo y derecho. Materialismo feroz, espiritualidad supina.
Cuando hace tiempo se hablaba de estas cosas inmateriales, sólo había dos interpretaciones: La de los dogmas cristianos por un lado, y los vagos piojosos emporraos que se marchaban a la India por otro. Sin embargo, la convergencia evolutiva parece que poco a poco pone las cosas en su sitio.
Queda un largo camino, es verdad, y tampoco es el final, pero de siempre no me canso de repetir que, la solución de nuestros males de aquí no está en irnos totalmente p'allá, sino que ellos y nosotros tenemos soluciones que nos pueden convenir a ambos. Y mientras tanto, evolucionamos todos.
La otra mala noticia es que, de momento, en lo único que nos ponemos de acuerdo es en a ver quién se fuma el mundo antes. Más nos valía fumarnos maría en vez de recursos...