Ya os he dicho varias veces que los tirios son de la piel del diablo. Llevan en esta situación de exilio más de 30 años. Cuando a mí me viene mi vecino, el de Zumosol, y me dice: “chaval, a partir de ahora aquí aparco yo; búscate otro sitio”, tengo varias opciones:
a) le hago caso, y además le limpio el coche y barro el portal
b) sopeso mis posibilidades, veo que no tengo nada que hacer, y me resigno. Simplemente aparco cerca y punto. A veces, busco a otro a quien le pueda y le quito el sitio y le hago lo mismo (es lo que les han hecho los tirios a los libaneses).
c) me defiendo por medios legales, lícitos. Si no puedo, me aguanto. Es lo que han hecho muchos tirios, viven con los troyanos, desde hace mucho, en santa paz y armonía. Les fastidia un poco, pero se aguantan.
d) Id - y además le rayo el coche de vez en cuando, le pincho alguna rueda... si me pilla, ya sé lo que pasará, me dará alguna hostia, probablemente bien dada.
e) Busco a mi primo, y entre los dos, lo inflamos a tortas. Cabe pensar que, el otro puede seguir el envite.
f) Decido, y puede que él también, que merece la pena morir por eso. Uno de los dos sobra en este mundo...
Los tirios y troyanos han decidido esto último. Millones de tirios se han desperdigado por el mundo, porque así como aquí hemos vivido muy cerca una situación parecida, todos los que tienen dos dedos de frente y dos duros en el bolsillo, en vez de comprarse un pistolón, por el mismo precio se compran un billete de avión, y se vienen a nuestro pueblo. Insisto. Muchos, millones de ellos lo han hecho. Lo malo es que ni los propios países que les apoyan los quieren, lo único que quieren es que se maten unos a otros (alguien que debilite al enemigo siempre es bienvenido), pero que no se les ocurra venir. En todo caso, los desplazamientos en masa de desesperados son imposibles de detener, por eso están casi todos en una distancia muy cortita de donde les echaron.
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