martes, 16 de noviembre de 2010

A traición, sin preaviso

Mi turbina se niega tercamente a alcanzar sus habituales revoluciones de trabajo. El micromotor, casi agotados los puntos, se ha plantado en media velocidad, y mis pacientes se retrasan, tanto en sus llamadas como en la acostumbrada puntualidad.
Mis enfermeras ya no cabriolean cual jubilosas saetas silbantes, bandeando al aire sus tules y nebulizando su aromática femineidad alegrando el pasillo, otrora conocido como corredor. Los pajarillos, a pesar de los prontos fríos otoñales, planean tranquila y plácidamente entre los deshojados árboles y todavía verdes y rojos (orgullo de mis balcones) geranios (mérito de mi Mariángeles) casi dejándose pillar, cual avecilla falsamente herida, para reemprender el huidizo picado cuando el Ojoquetodolove no les mira.
Apareció de repente, sin preaviso; poliédrico regular cuadrangular fosforito, nada que ver con mis bellos, amados, abigarrados y policromados fractales, cumbre del barroco visual de Mandelbrot. Le ennoblece atacar en campo abierto, y con las enseñas orgullosamente visibles, pero sabe que no tengo defensas que oponer a su rayo que no cesa, cuyo eco analiza en busca de interferencias hertzianas que delaten nuestro veloz pecado.
Dado que en esta crisis vamos cuesta abajo y sin frenos, espero sea un atenuante en mi próximo descalabro. Mientras tanto, me encomendaré a San Cristóbal, que le eche instancia a la Pilarica (picolética patrona) y que, por lo menos, deje tranquilos a mis benefactores enfermos, aunque me quedará el recurso de ir de romería hasta Santa Rosa de la Rosaleda, quien tiene un Ojoquetodolopuede, y que si le canto el clavelitos mirándole a los ojos fijamente me concederá algunas indulgencias para repartir, al menos, a mis sufridos sufridores, para que acudan raudos a recibir mis favores profesionales y me libre del Concursal Acrediticio al que me veo ya condenado a comparecer si no consigo una Bula Civil que libre a este negocio de tan oneroso freno a su desarrollo fractálico.
Me iré aprendiendo mientras tanto alguna otra canción posterior al pleistoceno, que estas musas a veces piden imposibles para mis registros canoros. A Bon Jovi o a Bono les quiero ver yo con la bandurria atacando Los Sitios de Zaragoza a ritmo de Jota... aunque el cachirulo se lo perdono, no vaya a ser que me pidan el mío.

3 comentarios:

Tordon dijo...

Interesante-y ligeramente pesimista- entrada.
Pero consuélese pensando , estimado Peleón, que la mengua en la actividad terapeútica incrementa la inspiración de sus composiciones literarias.

Etérea recompensa que no paga facturas, pero aumenta la moral.

Salu2, prohibido estresarse y a vivir de réditos, que son dos días..

Pele Ón dijo...

Ya sabe que, para ser buen artista, hay que pasar hambre.
Gracias por sus buenos deseos y crítica literaria.

xto dijo...

como quieres que danzen y rian tan joviales por los pasillos cuando el ojoquetodolove esta en la puerta vigilando.

umos geranios preciosos. mis felicitaciones.

saludos