La ira, la rabia, es muy buena, suele ser el paso previo a la búsqueda de soluciones. Uno no siente rabia de lo que no siente, para rebelarse, tiene que sentir algo, aunque generalmente es dolor. Un enfermo es raro que quiera curarse de lo que no le duele. O aún de lo que, doliendo, proporciona bienestar. La enfermedad es el estado de equilibrio en que el cuerpo (o la mente, o la sociedad, o el grupo, o...) busca curarse, osea, es un equilibrio tan equilibrado como la salud, solo que hay algo que decanta nuestro equilibrio hacia donde no nos gusta. Identificar ese "algo" y eliminarlo es lo complicado, para que el cuerpo vuelva de nuevo al estado de salud.
Y la juventud tiene sensibilidad para detectarlo, los adultos solemos estar demasiado anestesiados por la televisión, ese arma de distracción masiva.
Y no hay curación sin esfuerzo. Y habrá que negociar. Siempre. Si quieres que alguien haga algo, habrá que pagar un precio por ello, material o emocional, casi siempre, mixto.
Y no hay curación sin esfuerzo. Y habrá que negociar. Siempre. Si quieres que alguien haga algo, habrá que pagar un precio por ello, material o emocional, casi siempre, mixto.
Por lo menos, por el momento, no están diciéndoles vagos, porreros, piojosos melenudos y demás, algo es algo. Aunque lo triste es que muchos disturbiadores lo son.
1 comentario:
Estimado Peleón:
El autor de “Dialogues des Carmelites” (cuya versión operística vimos en Oviedo hace tres meses), Georges Bernanos, dice que cuando la juventud pierde el entusiasmo, el mundo entero se estremece. Y añade:” Es la fiebre de la juventud la que mantiene la temperatura normal del mundo”.
Aunque, al contemplar en sus actuales poltronas a los héroes del mayo del 68, no estoy muy seguro que la revolución sea el camino correcto. No sé, me he vuelto un poco escéptico.
O –tal vez- , simplemente viejo.
Salu2
PD: Cuando he intentado enviar este comentario ayer, Blogger me ha dicho que “se parece a las solicitudes automatizadas de virus informáticos o programas espía”.
Tal vez mi comentario no sea un dechado de virtudes, pero ¡coño, señores de Blogger, no hace falta insultar!
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