viernes, 27 de octubre de 2006

¡Ah, la política!

El hombre, animal político por naturaleza aristotélica, tiene que estructurar la sociedad siempre a través de la política. Aun en los más duros tiempos de feudalismo, la política representa un estereotipado código de conducta, que no siempre comprendemos la gente de a pié.
Es evidente la triste y pavorosa ausencia de los intelectuales en el mundo político. Es evidente que a los políticos no les interesa, lo triste es que a los intelectuales tampoco, así que entre todos la mataron y ella sola se murió. Por tanto, proclamo que la política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos, así que, lectores, manos a la obra. Con una mano en el corazón, (que de paso vigila la cartera) y otra libre por si las moscas, ¡allá vamos!. El mundo se está tambaleando, y cuantos más seamos y más combativos, más despacio se caerá, porque lo cierto es que de aquesta irresponsable manera es imposible seguir. El consumo de recursos, el expolio a que estamos sometiendo a Gaia inevitablemente se volverá contra la especie humana, y lo triste es que no siempre caen sólo los pecadores, sino que, además de que lo somos todos, nos llevamos por delante unos cuantos justos, entre otros, esos tan carentes de derechos humanos como son los animalitos de Dios. No me importaría extinguirnos por causas tan nobles como otro meteorito jurásico, la transformación del sol en una enana marrón o similares, pero por fumarnos el mundo... allá cada cual con lo que haga.

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