
La semana pasada, volviendo a deshoras de una cena, me pararon en un control de alcoholemia, y de paso me miraron
TOOOODOOOO. Casualidad o desgracia, me faltaba el permiso de circulación. No debe haber pecado circulatorio más grave que eso, por lo que, de forma inmediata se desencadenan los siguientes sucesos
1º: el coche es secuestrado inmediatamente por una grúa municipal hasta el depósito.
2º: en tráfico, me otorgan un permiso provisional y limitado, y tengo que volver a pasar la ITV, porque a lo mejor me han retenido el documento por una inspección negativa. Sólo me entregan el nuevo tras una ITV favorable.
3º: del depósito tengo que retirar el coche con grúa, y llevarlo hasta el taller (para cambiar una rueda desgastada, que sé que implica inspección negativa).
4º: del taller, tengo que llevar el coche, nuevamente en grúa, hasta la ITV, y que los vientos me sean favorables.
5º: de la ITV tengo que llevar de nuevo el coche en grúa hasta un lugar de estacionamiento que determine.
6º: ir a tráfico con todo, solicitar el permiso y me otorgan el documento con el que poder volver a utilizar mi vehículo querido de nuevo.
CONSIDERANDOS JURÍDICOS:
- Puesto que soy un peligroso infractor, se me está bien empleado. Dura Lex, Sed Lex.
- Tanto al munipa incautador como al cobrador de la multa+tasas, que siempre pago ipso facto, les he dicho lo mismo. Que se lo apliquen a TODOS los defraudadores.
- Las grúas de los puntos 4 y 5 me las renfanfinflo. Pero que no me pase nada en los cortos trayectos. Si no vuelvo a publicar ninguna entrada en los próximos 20 años, ya sabeis dónde buscarme.
- Los puntos 2 y 6 conllevan la pena accesoria de aproximadamente una hora de cola.
- Lo de ser un desastrillo con los papeles y con las máquinas viejas y cochambrosas me viene de Padre, ya lo sabeis.
- Palabrita de Peleón, que a final de año jubilo ya la Voyager (si la ITV es negativa, que no creo, la semana que viene).
Bueeeeno. Pero,
PERO, no es el objeto de esta entrada llorar mis penas, sino que:
Aunque la fuente es de Radio Macuto, es relativamente fiable: cuando los munipas o los civiles están de patrulla, se cuidan muy mucho de parar a los sudamericanos (alias pocoyos) eslavos, gitanos y demás ralea. Y si está muy oscuro, y les paran sin querer, se limitan a cumplir justito justito el reglamento, sin pedirles nada, no vaya a ser que les falte (aunque el seguro parece que últimamente sí que lo comprueban, han incorporado bases de datos actualizadas; los del Consorcio de Seguros se estaban hartando de hacerse cargo de desastres indocumentados).
Y eso también cuando les llaman de determinados barrios, de determinadas zonas, porque el Wilson Alfredo le está zumbando a la restituta; mientras se peguen sólo entre ellos, procuran confundirse de calle o ir bien despacito, o con las sirenas muy alto para avisar.
Por el momento no parece ser un fenómeno tan generalizado como por ejemplo, que los chinos no existen en Hacienda, pero creo que habría que prestarle atención a estas dos españas que estamos haciendo. Cierto es que yo disfruto mucho de la mía, pero que no me toquen los piés, ni siquiera los zapateros.