My way

A menudo, peco de bruto hablando, me lo decía una amiga, psiquiatra, que tampoco tiene pelos en la lengua, con la intención de corregirme un poco. Soy así, la naturaleza me ha hecho así... y yo le he ayudado un poco también.
Cuando encuentro un problema, una cuestión, una piedra en el zapato... cuando tengo a una persona sentado en mi diván, y yo en el taburete, estoy acostumbrado a analizarlo, proyectar consecuencias a futuro, y soltarlo de forma que, mi interlocutor, se entere y lo asuma en el menor tiempo posible. Antes acabaremos los dos.
Por lo general, lo suelto en plan colleja, es mi manera, no puedo evitarlo. A veces genero rechazo, especialmente cuando alguien no es capaz de asumir su problema. Pero, cuando hablo con personas inteligentes, tiene la ventaja de que, en muy poco tiempo, nos ponemos a hablar de soluciones. Y no de las de charlatanería, sino de las de verdad, de las difíciles de implementar. Y también generalmente, hay que asumir que nunca podremos resolver el problema en su totalidad, y de que además, aparecerán nuevos.
Cuando todo esto ocurre, damos los dos un paso de gigante. Cuando no, peor para él. Ya volverá cuando esté peor.