Nunca pensé la importancia que las relaciones sociales puedan resultar tan cruciales en el mundo que vivimos. Crecimos en valores de integridad, esfuerzo, búsqueda de la verdad (disfrazada de religión, es verdad, pero es la mejor metodología docente inventada para portarnos bien)... Aunque siempre han tenido su importancia, hoy día ya puedes dedicarte si quieres a prostituirte en cuerpo (y disfrutando) y alma (y disfrutando más aún) que, con tal de venderlo bien, hasta sales en la tele y todo ( lo raro es no salir en la tele de todas formas).
La mentira es el pegamento de la sociedad, lo decía un pensador, y con razón. Es imposible ir por la vida de íntegro, nos iríamos dando tortas por todas partes, y encima, en cuando cambiemos de opiníon, nos volveríamos a liar a trompazos con los, hasta entonces, nuestros aliados. La verdad e integridad no son importantes, aunque se exige, claro está, cierta coherencia. La verdad, por otra parte, es siempre relativa, como decía uno: escoge una que te funcione.
Cuando las ideas fallan, nos agarramos a los intereses (yo se lo oí a Martín Ferrand) y eso, en nuestra época desacralizada e iconoclasta, es una gran verdad. Los lobbies son agrupaciones con un interés común cuyos mecanismos de actuación (http://peleones.blogspot.com/2008/02/de-lo-que-nos-enteramos-y-de-lo-que-no.html ) no cuentan, con tal de conseguir el objetivo. Las entidades financieras que pretenden hacer inversiones éticas, ecológicas, consecuentes, son arrinconadas por las hordas de Orcos. De eso habló Jose Mª Mendiluce, en su libro de "El amor armado". Tradicionalmente a los buenos nos han enseñado a poner a otra mejilla, y que ese culo no se toca. Algo tiene que cambiar...
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