Diario de Navarra Lunes, 17 de diciembre de 2007
Leyendas. Juan José Millás
Desde hace cuatro años deambula por Marte un robot que se alimenta de la energía solar. Preparado en principio para resistir sólo unos meses, el artefacto está demostrando unas ganas de vivir fuera de lo común. Los científicos de la NASA le están buscando ahora un lugar para pasar el invierno marciano al abrigo de las inclemencias propias de aquel planeta rojo. Para que no perezca, el refugio deberá recibir los rayos del Sol, que los paneles de la nave transforman en energía Vital. La imagen de la Mars Spirit, que tal es el nombre de la sonda, errando en una soledad y un silencio cósmicos, tan lejos de casa, pone los pelos de punta al temperamento más frío. El tiempo no ha pasado por su organismo sin dejar secuelas, pues la sonda está vieja y ha perdido una de sus ruedas, por lo que una parte de su cuerpo se arrastra por aquel suelo extraño, haciendo una herida sobre su superficie.
Ayer soñé con la nave. En el sueño, tenía de sí misma un poco de conciencia que la empujaba a continuar enviándonos fotos e información sobre Marte. Y llevaba en su vientre una especie de broca que perforaba el suelo para averiguar qué rayos había debajo. Trabajaba sabiendo que no regresaría jamás a la Tierra, que moriría en aquel paisaje extraño, pero quería morir con la satisfacción del deber cumplido, aunque se tratara de un deber absurdo, que a ella, en realidad, ni le iba ni le venía. Salí del sueño .como el que escapa de una materia pegajosa, embadurnado de su sustancia.
No pude quitármelo de la cabeza a lo largo de todo el día. Finalmente, pensé que los seres humanos tenemos, sin excepción, algo de esa sonda. Expulsados del útero materno, somos enviados al espacio exterior, inevitablemente hostil, donde pasamos el resto de nuestra vida sin ninguna posibilidad de regresar a ese refugio que sin embargo añoramos durante el resto de nuestra existencia. La Tierra es también, en cierto modo, Marte. Somos marcianos en la calle, en el trabajo, en el interior del automóvil, en las reuniones de la junta de vecinos y en EJ Corte Inglés. Para aliviar tanta soledad, un día nos casamos con otra marciana, que también fue arrojada al espacio exterior desde su lugar de origen, y reproducimos el proceso, para ver si a base de repetirlo lo entendemos.
Obsesionado con la maldita sonda, busqué en Internet información sobre ella y observé algunas de las fotos que nos ha hecho llegar. El paisaje en el que se ha movido es desolador: una especie de desierto infinito cuya monotonía se quiebra a veces con la aparición de un conjunto rocoso con aspecto de verruga. Parece una metáfora de la conciencia, cuando no la representación plástica de un domingo por la tarde. Lo curioso es que en este errar por la Red di con una página en la que se aventuraba la posibilidad de que la misión de la NASA fuera una patraña. Se basaba el firmante de artículo en las fotos que la nave envía de sí misma y en las que aparece sorprendentemente limpia. De acuerdo con dicho autor, el viento, en Marte, es de tal naturaleza que a estas alturas, después de más de cuatro años, los paneles solares deberían estar llenos de polvo, lo que los haría impracticables. Para hacerse una idea de lo que son cuatro años de intemperie, no hay más que imaginarse un coche abandonado en Los Monegros durante ese tiempo. Su carrocería estaría cubierta ya de una costra en la que el automóvil permanecería enterrado como un cuerpo en una armadura. Pero aún hay más: las articulaciones y tornillos de la nave, según las fotos facilitadas por la NASA, están sorprendentemente brillantes, como si alguien les acabara de pasar una gamuza. El autor del artículo argumenta también que no hay batería, por buena que sea, capaz de durar tanto tiempo, mucho menos en las condiciones extremas del planeta Marte. La conclusión es que o bien la NASA nos miente. y las fotografías de la sonda son de un desierto norteamericano, o bien hay en Marte personas que limpian y engrasan diariamente la Mars Spirit. Yo soy de los que, por una cuestión de método, creen que el hombre llegó a la Luna, por lo tanto estoy convencido también que la Mars Spirit se encuentra en Marte sin otros recursos para salir adelante que su propia naturaleza (y quizá su propio pánico). Pero me gusta que hayan comenzado a surgir en torno a ella leyendas de este tipo. Después de todo, son parecidas a las que hemos construido en torno a nosotros mismos, cuya permanencia en la Tierra, después de tantos siglos y con tantos achaques, resulta de todo punto inverosímil.
2 comentarios:
¡que la traigan aqui, pobrecica!
El sentido de la vida...
¿acaso la compañía de otras sondas darían sentido a su misión?
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