jueves, 23 de noviembre de 2006

Meritocracia

Siempre que alguno de mis hijos hace la selectividad, se plantea el mismo tema. En su colegio, en los años previos, las calificaciones son justas tirando a bajas a veces, y se les exige mucho esfuerzo, así como en el examen de la selectividad. Sin embargo, vienen alumnos de otras regiones y otros colegios, a quienes evidentemente se les han inflado las notas de la selectividad y el expediente, y les apean a veces de puestos codiciados.
En la vida, cada un debe estar en su lugar. Ocupar un sitio que no nos correspode, en relación a nuestros méritos, a largo plazo genera una insatisfacción, porque allí donde vayamos seremos, en cualquier estrato social, a los que más nos cueste hacer las cosas, y menos considerados en el círculo social seremos; iremos de torpes. Sin embargo, aquellos que se han ganado personalmente su recompensa, su posición, son aquellos que saben salir adelante en cualquier otra circunstancia.
Eso ha sido muy evidente en una famosa clínica de mi ciudad, que suele aceptar estudiantes cuyos únicos méritos son ser muy devotos y religiosos, pero con un expediente muy inferior a la media. Ya en su momento, en mis años mozos, utilizaron trampas similares, pero no ya sólo en la admisión, sino en donde todos nos jugábamos los garbanzos, en el examen de acceso a especialidades. Por éste y otros motivos, de abuso de conciertos con dinero público, sufrieron un importante correctivo, que ahora, por motivos políticos, se les ha condonado (que no viene de condón, claro). Sin embarto, tanto a título personal como colectivo, favorecer deshonestamente, y máxime desde los círculos de poder, a determinados sectores, ocasiona a largo plazo tensiones difíciles de evitar. El hombre (y la sociedad) tiene un agudísimo sentido de la equidad, no soporta la injusticia (luego toca definir la justicia, claro) y eso ha sido motor de grandes revoluciones culturales. Y esto, evidentemente, traerá consecuencias, aunque mientras tanto, chupan del bote. Seguramente les durará mucho, pero no será gratis, seguro, algo pagarán por ello.
Yo al menos creo que me merezco lo que tengo. Conviene ambicionar poco en la vida, y tomar lo que ésta, generosamente, nos ofrece. Es lo que a mí más me ha costado, ser honrado. También es verdad que suelo pasarme, y que me han ayudado mucho. Aun así, estoy enormemente agradecido a la Vida.
De lo bueno, devolver un poquito más; de lo malo devolver un poquito menos (Bert Hellinguer)

2 comentarios:

PL dijo...

Creo que ninguno de los tres nos hemos planteado eso, no hay nada más fácil que entrar en una ingeniería (nota de corte en telecos=4.6). A lo sumo Patricia, pero tampoco tiene derecho porque si ha sido rechazada no se debe a que a "otros les hayan inflado las notas" Además dudo mucho que a nadie le inflen la nota de selectividad.

PL dijo...

Respecto a los méritos, hay dos formas de merecerlo: porque has trabajado para conseguirlo o porque has sabido moverte para conseguirlo.

Un claro ejemplo puede ser MIT y Harvard. En MIT cogen gente lista que trabaje 24/7, sin dar tanta importancia a que sepan moverse en sociedad. Consecuencia: la asociación de estudiantes se llama "Odio este puto sitio", más de la mitad reciben asistencia psicológica durante sus estudios y todo el mundo acaba muy quemado.

En Harvard dan más importancia a la valía social. También quieren gente lista pero lo deciden más bien por la fama, el nombre, las cartas y entrevistas. Resultado: Harvard es considerada la mejor universidad del mundo con varios puntos de diferencia a la segunda. Sus alumnos alcanzan puestos mucho más altos. No se cómo de felices serán, pero dudo que menos que en el MIT.