En la actual crisis…. Parece que empiezo como un
político, pero no. No se preocupe, que le voy a dar qué hablar. Otra cosa es
que le guste lo que voy a decirle.
Cuando como empresario (lo soy) nos planteamos el
destino de un dinero (por ejemplo, el chorreo de millones que nos va a
regalar/prestar Europa) siempre tenemos in mente dos conceptos diferentes. Qué
es una inversión y qué un gasto.
Una inversión es algo que los empresarios pensamos
como un bien productivo y cuyo destino, al cabo de un tiempo (si todo sale
bien, que a veces lo perdemos) es la recuperación de ese dinero, junto con un
rendimiento que nos ha permitido el funcionamiento de la empresa, y además, un
beneficio económico que aumenta la partida inicial. Esto, claro, en condiciones
ideales e invertido, gestionado y dirigido inteligentemente. Por el camino, han
vivido personas, hemos pagado impuestos, hemos creado algo que no existía,
hemos prestado un servicio…
Un gasto es algo que, una vez gastado, lo hemos podido
disfrutar, pero cuando se nos acaba… se acabó. En la actual sociedad dedicada
al consumo, casi por definición, casi todo el consumo es un gasto, que además
consume los recursos naturales a un ritmo inimaginable. Tan inimaginable que,
mal que le pese, es absolutamente insostenible, y lo que los ecologistas
veníamos diciendo hace 40 años (hace 38 que me afilié a Greenpeace) y que
sonaba a piojosos melenudos chalados, hoy son certezas científicas que, con
negacionistas de por medio, no tenemos más remedio que asumir. Y lo que nos
queda.
Volviendo al tema inicial (para no cansarle, y si le
apetece, mire en internet “un punto azul pálido” de Carl Sagan) nos viene ahora
de Europa una importantísima partida de dinero, que tenemos que saber gastar
con inteligencia. Considere que el rescate (por supuesto, le puede llamar de
otra manera si le place) que nos brinda Europa es en parte préstamo (¡que hay
que devolver, señorías!) y en parte “regalo”, pero ese regalo es en realidad
otro préstamo que pide Europa endeudándose, y también habrá que devolverlo, por
mucho que nuestro presidente nos lo ponga como regalo.
Podría extenderme varios periódicos con explicaciones
sobre por qué los empresarios y autónomos (mayoritariamente en el espectro
político de la derecha y centro) entendemos perfectamente el concepto
“inversión” y por qué los trabajadores por cuenta ajena (mayoritariamente
adscritos a posturas de izquierdas) lo entienden mal, y su tendencia es a pulirse
la pasta en forma de “gasto”. Poner esas etiquetas políticas es peligroso, y en
todas partes cuecen habas. Pero si tenemos que hablar de políticos,
desgraciadamente, los dos últimos presidentes de izquierda (Rodríguez Zapatero
y el actual Sánchez) son (en mi humilde,
particular y personal opinión) una desgracia para España. Esperemos que la
debilidad del actual gobierno y la gravísima crisis (empiezo como termino)
consiga reunir voluntades en pro de la dura y dolorosa tarea que nos espera. Yo
ya he empezado, y como tantos otros empresarios, estoy temblando y agradecido a
lo poco que me queda, a mi esfuerzo personal y a los bancos, que están invirtiendo en mi, con inciertas opciones de recuperar la inversión.
1 comentario:
Sin olvidar que hay inversiones productivas y necesarias, pero también otro tipo de inversiones superfluas y a menudo clientelares. Estas últimas son las que finalmente arruinan economías, tanto por el desembolso inicial nada desdeñable como por el ruinoso mantenimiento con el que hipotecan a las generaciones futuras
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