sábado, 10 de diciembre de 2016

JUNG

Se cumple algúna onomástica del discípulo de Freud, y a propósito de la cual publican en El Pais un artículo que me ha gustado mucho, respecto al inconsciente colectivo. Le he dado las gracias al autor por su trabajo de condensación y por el tratamiento de la información, desde el respeto que cualquier figura merece. Entresaco algunas frases: 
-El inconsciente colectivo es algo así como una patria común y desconocida, se manifiesta aquí y allá, entonces y ahora, y es razonable pensar que lo seguirá haciendo.
-El poder del arquetipo no radica únicamente en la emoción, sino en que expresa al mismo tiempo un instinto biológico y espiritual
-Para Jung la sabiduría consiste en armonizar lo consciente y lo inconsciente. Esa es la misión trascendente de la psique, el fin último del individuo: la superación del yo y la conquista del sí mismo  
-Como investigador científico, tenía prohibido hablar de Dios, y aunque fue un disidente de las religiones dogmáticas, nunca ocultó sus experiencias inmediatas con “algo que vive y permanece bajo el eterno cambio”.
-Durante años estudiará a fondo la alquimia, así como las tradiciones gnósticas y neoplatónicas. En ellas encontrará el principio femenino que no halló en el mundo patriarcal de Freud.
-Cuando se aproximaba su muerte, Jung pudo hablar con más libertad de sus visiones y, como los antiguos profetas, insistió en su belleza e intensidad. ¿Es razonable pensar que fue un charlatán? Hay indicios suficientes para responder negativamente a esta pregunta. Cuando emergía de dichas experiencias, la ciencia le parecía “un lúgubre sistema de celdas y un horrible disparate”. Tenía entonces la sensación de que la vida era sólo “un fragmento de la existencia” y lamentaba que la razón crítica hubiera hecho desaparecer el sentido de la trascendencia, dado que el individuo moderno sólo se identifica con su parte consciente
-Renunció a poner por escrito sus “revelaciones”, reconociendo simplemente que vivía en un mito que le permitía plantear dichas cuestiones. Jung tuvo claro, como el budismo, que somos el vector donde confluye el patrimonio de nuestros antepasados y que, cuando muramos, nuestros hechos nos seguirán. Que nuestra psique continúe existiendo tras la muerte no implica necesariamente que algo de nosotros se conserve eternamente. Asumió que cada ser humano es una pregunta dirigida al mundo y que él debía aportar su propia respuesta

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