Se cumple algúna onomástica del discípulo de Freud, y a propósito de la cual publican en El Pais un artículo que me ha gustado mucho, respecto al inconsciente colectivo. Le he dado las gracias al autor por su trabajo de condensación y por el tratamiento de la información, desde el respeto que cualquier figura merece. Entresaco algunas frases:
-El inconsciente colectivo es algo así como una patria común y
desconocida, se manifiesta aquí y allá, entonces y ahora, y es razonable
pensar que lo seguirá haciendo.
-El poder del arquetipo no radica únicamente en la emoción, sino en que
expresa al mismo tiempo un instinto biológico y espiritual
-Para Jung la sabiduría consiste en armonizar lo consciente y lo inconsciente. Esa es la misión trascendente de la psique, el fin último del individuo: la superación del yo y la conquista del sí mismo
-Como investigador científico, tenía prohibido hablar de Dios, y aunque
fue un disidente de las religiones dogmáticas, nunca ocultó sus
experiencias inmediatas con “algo que vive y permanece bajo el eterno
cambio”.
-Durante años estudiará a fondo la alquimia, así como las tradiciones
gnósticas y neoplatónicas. En ellas encontrará el principio femenino que
no halló en el mundo patriarcal de Freud.
-Cuando se aproximaba su muerte, Jung pudo hablar con más libertad de sus
visiones y, como los antiguos profetas, insistió en su belleza e
intensidad. ¿Es razonable pensar que fue un charlatán? Hay indicios
suficientes para responder negativamente a esta pregunta. Cuando emergía
de dichas experiencias, la ciencia le parecía “un lúgubre sistema de
celdas y un horrible disparate”. Tenía entonces la sensación de que la
vida era sólo “un fragmento de la existencia” y lamentaba que la razón
crítica hubiera hecho desaparecer el sentido de la trascendencia, dado
que el individuo moderno sólo se identifica con su parte consciente
-Renunció a poner por escrito sus “revelaciones”, reconociendo
simplemente que vivía en un mito que le permitía plantear dichas
cuestiones. Jung tuvo claro, como el budismo, que somos el vector
donde confluye el patrimonio de nuestros antepasados y que, cuando
muramos, nuestros hechos nos seguirán. Que nuestra psique continúe
existiendo tras la muerte no implica necesariamente que algo de nosotros
se conserve eternamente. Asumió que cada ser humano es una pregunta
dirigida al mundo y que él debía aportar su propia respuesta
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