Algunos se quedan afortunadamente en ámbitos de seguridad estatal, y tan sólo nos llegan ecos filtrados por, inevitablemente, alguno de sus empleados. No hablemos ya de los que han sido famosos, Snowden, Falciani... en estos casos, el fin ha justificado los medios, en contra también con las doctrinas jurídicas previas, de usar medios ilícitos para obtener pruebas.
Espero que los correos de los "malos" sean también objeto de vigilancia, pero estamos entrando en un paradigma complejo, al que deberemos acostumbrarnos.
La seguridad jurídica y personal se ha pulverizado, por lo que tendremos que aumentar la tolerancia y madurar.
O la intolerancia, como el Trump.
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