En general, hoy en día desgraciadamente, en la mayor parte
de las clínicas dentales, y sobre todo en las baratas (en las franquicias brutalmente) juegan a encontrar la mayor patología posible, realizando un
gran sobretratamiento, hacen muchas cosas innecesarias, empastes sobre tejido
sano, simples manchitas irrelevantes, endodoncias, fundas metálicas... no se
molestan en salvar los dientes, casi obligan al paciente a ponerse
implantes en donde no hay dientes y en los que arrancan... usando para
ello el miedo. Usan la estrategia de implantar miedo, y le
convencen de que está muy enfermo, lo "sentencian", y procuran
mantener ese miedo latente para conseguir que venga a revisión. Convierten un ser feliz en alguien miedoso.
Pues como te digo, procuro hacer lo mínimo posible, el infratratamiento, y por
supuesto, con el máximo acuerdo del paciente, en cuanto a sus circunstancias
personales, económicas, emocionales... Tan sólo insisto cuando la ausencia de
tratamiento conlleva un riesgo importante de empeoramiento o sufrimiento, que suele ocurrir
en pacientes deteriorados (un paciente es alguien que sufre o hace sufrir, E. Mira i López).
Recuerda también, como te decía, que los pacientes con un
deterioro importante de la boca no sólo tienen la boca, sino toda su persona
deteriorada. Debemos, como terapeutas, procurar acompañar la sanación no sólo a
su boca, sino a todo su Ser, y ampliar nuestro espectro terapéutico al todo el
paciente, y pocas veces la boca por delante de lo demás.
Venderle tratamientos es lo peor que podemos hacer, perdemos los dos.
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