jueves, 20 de agosto de 2015

QUILIBRIOS II

Por otra parte, recuerda que la enfermedad es la forma que tiene el cuerpo de curarse. Cuando un agente entra en nuestro esquema, nuestro cuerpo adopta un nuevo patrón de equilibrio, que en ocasiones, desarrolla lo que conocemos como "enfermedad". Si nos limitamos a eliminar la patología visible, sobre todo con maniobras quirúrgicas (casi todas las odontológicas por ejemplo) producimos en parte la "anquilosis" de esa patología, cristalizamos el esquema, en este caso, patológico. Lo adecuado es sanear con maniobras lo más fisiológicas posibles al paciente e implantar esquemas, "engrams" de salud.
En general, hoy en día desgraciadamente, en la mayor parte de las clínicas dentales, y sobre todo en las baratas (en las franquicias brutalmente) juegan a encontrar la mayor patología posible, realizando un gran sobretratamiento, hacen muchas cosas innecesarias, empastes sobre tejido sano, simples manchitas irrelevantes, endodoncias, fundas metálicas... no se molestan en salvar los dientes, casi  obligan al paciente a ponerse implantes en donde no hay dientes y en los que arrancan... usando para ello el miedo. Usan la estrategia de implantar miedo, y le convencen de que está muy enfermo, lo "sentencian", y procuran mantener ese miedo latente para conseguir que venga a revisión. Convierten un ser feliz en alguien miedoso.
Pues como te digo, procuro hacer lo mínimo posible, el infratratamiento, y por supuesto, con el máximo acuerdo del paciente, en cuanto a sus circunstancias personales, económicas, emocionales... Tan sólo insisto cuando la ausencia de tratamiento conlleva un riesgo importante de empeoramiento o sufrimiento, que suele ocurrir en pacientes deteriorados (un paciente es alguien que sufre o hace sufrir, E. Mira i López).
Recuerda también, como te decía, que los pacientes con un deterioro importante de la boca no sólo tienen la boca, sino toda su persona deteriorada. Debemos, como terapeutas, procurar acompañar la sanación no sólo a su boca, sino a todo su Ser, y ampliar nuestro espectro terapéutico al todo el paciente, y pocas veces la boca por delante de lo demás. 


Venderle tratamientos es lo peor que podemos hacer, perdemos los dos.

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