Soleiman, Abderramán, Almanzor... Se lo montaban dabuten estos Omeyas. Aunque nada comparable a cómo me lo he montado yo en el chiringuito, lástima que sólo me ha durado dos noches, amenizadas por la fina lluvia cordobesa sobre los palmerales, las acacias, tamarindos y cipreses que acarician susurrantes mi balcón, de un más apartamento que habitación del Parador, desde el que se domina parte del califato. Y huríes (morenas, claro) por doquier.
Para qué te lo voy a contar. Vivelo, ahora que está todo de oferta (el harén no).
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