"Por mucho que una persona valga, nunca tendrá valor más alto que el de ser persona".. Así hablaba Juan de Mairena, formulando en palabras lo que su creador, Antonio Machado, practicaba en el dulce y doloroso ejercicio de vivir. Pocas veces, al tener un libro en la mano se cumplirán mejor los deseos de Walt Whitman: en nuestros dedos no descansan unas hojas, sino que tiembla un hombre. Para serlo, no necesitó gritos ni charangas, le bastó el caminar, como lo vió Rubén, en silencio y con la mirada profunda, convirtiendo en luz la propia bondad íntima. Y es que aquel hombre que caminaba en sueños, iba "siempre buscando a Dios entre la niebla". Un día, calle del cisne abajo, se cruzó con él Rafael Alberti; lo encontró desprendido, desnuda el alma, como una tristeza que caminara.
"Tristeza de árbol alto y escueto, con voz de aire pasado por la sombra. Y con la naturalidad, con la llaneza propia de lo verdadero, de lo que no ha brotado en la tierra para el engaño, hizo sonar sus hojas melancólicas en sus poemas"
Y este hombre pasó doloridamente por la vida dejándonos unas cuantas palabras verdaderas. Son su versos, desasidos y desnudos, como una tristeza que caminara. Pero, también, nos dejó en ellos fe y esperanza. No serían si no palabras de un hombre bueno. Su retórica es muy pobre. Los recursos de que se vale apenas si nos permiten un mínimo asidero. Y sin embargo, rara vez en nuestra poesía se habrá encontrado un testimonio más sincero y auténtico. Porque rara vez las palabras han significado más directamente aquello que querían significar. Las palabras en carne viva, sin lienzos que la puedan ocultar."Y no es verdad, dolor, yo te conozco
tú eres nostalgia de la vida buena
y soledad de corazón sombrío,
de barco sin naufragio y sin estrella."
tú eres nostalgia de la vida buena
y soledad de corazón sombrío,
de barco sin naufragio y sin estrella."
N. d E.: Prohibido ponerse triste, la vida es júbilo.
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