lunes, 5 de febrero de 2007

El Gran Silencio


Es el título de una peli que me fuí a ver con mi Mamá. El director tardó dos años en hacerla (le dejaron filmarla 16 años después de pedirlo) y retrata, sin concesiones a la galería, la vida de unos monjes benedictinos, que no tienen voto de silencio, pero casi. Aunque hay que estar muy motivado para ir a verla, es de una belleza especial (dura más de 3 horas, aviso).
En relación a este caso clínico, me viene a la memoria una misa en el Monasterio de Leire, que tuve ocasión de acudir durante una de las Javieradas(yo sólo), también sentimiento puro, con gregoriano incluído , y la misa del Monasterio de Suso, o San Millán de la la Cogolla (también con mi Mamá) en la que unos pocos hermanos administraban una otrora próspera comunidad, guardiana de las Glosas Emilianenses de Gonzalo de Berceo. Una misa poco menos que en un cuartico y a la carta, pero también sentida.
Es bonito, lo profundamente que viven la religión, la bondad, el amor...Dios... de lo que ya no se vé en el mundo real. En las ONGDs y poco más (evidentemente, no en el sentido asociativo sino en el de voluntariado personal, independientemente de la faceta desarrollada por cada cooperante).
En fin, nostalgias aparte, seguramente sólo ha sobrevivido lo bueno, seguramente en los tiempos de multitudinarias vocaciones habría algo de cal y algo de arena, como en todas partes.

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