Los ritos forman parte importante de nuestra convivencia. Diariamente realizamos muchos de ellos, en gran medida inconscientes, en nuestra relación con los demás, e incluso como forma personal de autosatisfacción.
Sin embargo, quiero referirme a los religiosos. Los ritos religiosos no están impuestos por conveniencias, sino que tratan de llegar a nuestro corazón para condicionar nuestra vida. El rito tiene una parte externa, aquello que los demás pueden ver, y otra parte interna, que en parte está mediatizada por laintención e instrucciones del "monitor", en nuestro caso, el cura o la autoridad espiritual. Sin embargo, situo al mismo nivel emocional también al monitor de yoga, al sabio hindú, al chamán del amazonas... con cada uno de ellos nos sentiremos mejor o peor identificados, aunque la preparación y disposición de cada uno es muy variada, y la meta última es la felicidad, la paz, el amor... y un respeto por los curas, que es de lo mejorcito que tenemos. Algunas religiones promueven comerse el hígado de nuestros enemigos, pero en fin, de todo hay en la viña del Señor... Por ejemplo, los ritos de vudú de la magia negra son capaces de apoderarse de la voluntad de algunas personas especialmente débiles de carácter, igual que por aquí las sectas comen el coco a algunos jóvenes, siempre, claro está, en beneficio de la propia secta.
Todas las religiones tratan de domeñar, dominar, el espíritu destructor humano. Necesitamos perdonar, ser perdonados, ponernos en el lugar del prójimo, que es quien sufre o disfruta con nosotros de nuestros actos, amar al prójimo (y, con lo fácil que es, qué difícil nos lo ponen las tías a veces...) y despertar otras muchas emociones positivas que cuestan esfuerzo desarrollar. Es posible incluso que algún día me atreva a hablar de las drogas, que de siempre han estado ligadas a ceremonias religiosas, para explorar nuestro inconsciente, nuestro yo profundo, terreno peligroso y que nos atrae misteriosamente.
Lo que sí estoy seguro, es que tenemos que pasar por los ritos para llegar a un estado de conciencia superior, en el que una vez conseguida la meta, podemos prescindir de ellos, aunque nunca totalmente. La terapia "conductista" funciona, de la cual un conocido "mantra" es: Sonríe, aunque no tengas motivo. Sonreir, reir, pasear, que nos dé el sol, hablar con los amigos de cosas alegres, jugar... todo eso, aun cuando no tengamos ganas de hacerlo, mueve los mecanismos internos hormonales, psicológicos, neurotrasmisores... e inducen felicidad, aun sin desearla. A los pacientes deprimidos se les receta madrugar, pasear todos los días, comprarse un perro... ¡y funciona!, lo único que tienen que hacer es hacerlo.
¡Ah!. Hoy es navidad, así, que toca ser más felices y sonreir más, aunque sea sin motivo. Es una orden.
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