(por problemas de formato, no he podido poner la letra grandota especial sin gafas)
Hola,
Esta aventura editorial, esta canción que vosotros y yo
hemos cantado juntos, empezó con un hola y termina ahora con un adiós. Dentro
de unos meses cumplo 65 años, así que voy a jubilarme. No es algo que me
guste ni que me deje de gustar. Es, simplemente, lo que es. Pero esto implica
una serie de cambios. Entre otros, que tendré que cerrar la editorial. Me
alegro por mí, claro que sí, al tiempo que lo lamento por mis libros. Pero no
puedo hacer otra cosa.
A lo largo de estos últimos veinticinco años me alegra y
me halaga ver lo que han hecho “mis” libros. Me alegra. La editorial ha sido
mi contribución, mi ONG particular. Cada cual, no me cabe duda, elige la
forma que prefiere de servicio.
Dentro de los autores queridos y valorados, llegó John Bradshaw.
Creo que nuestra editorial fue la primera que destacó el valor del desarrollo
del niño interno con Volver a casa y eso fue recompensado con
una amplia acogida por parte de nuestros lectores. De hecho, los tres libros
más vendidos en este cuarto de siglo de rodaje de Los Libros del
Comienzo han sido precisamente Volver a casa, Recuperar
la salud y Adiós a la culpa.
Menor éxito comercial, es cierto, tuvo la obra de Stephen y
Ondrea Levine. Tal vez estos autores estén esperando
una segunda oportunidad en otra editorial después de la nuestra, pues muchos
de los conceptos expuestos en el mindfulness ya se encuentran
presentes en sus libros sobre vivir y morir conscientemente, libros que
seguimos recomendando encarecidamente. Ojalá encuentren esa segunda
oportunidad.
Atahualpa Yupanqui —maestro que me ha acompañado
desde el comienzo de mi juventud, que me honró con su amistad, y cuyos versos
no he dejado de murmurar ni un solo día como una pequeña plegaria— decía en
una de las estrofas de sus Coplas del payador perseguido:
Cuando sentí una alegría,
cuando el dolor me golpeó,
cuando una duda mordió
mi corazón de paisano
desde el fondo de los llanos
vino un canto y me curó.
Y podría seguir mucho tiempo con estas anécdotas… pero
ahora ha llegado el momento de decir adiós.
Así que, desde lo más hondo de mi corazón, quiero darte
las gracias por tu acompañamiento este tiempo. Tal vez llegaste en 1990 o
incluso antes… tal vez conociste la editorial hace solo unas semanas. En
cualquier caso, muchas gracias.
Recibe mis mejores deseos de
felicidad.
Eduardo Roselló
Toca
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