Una vez más, puedo decir con la cabeza bien alta: ¡Yo estuve allí!. San Francisco Javier y mi hombría han quedado cumplidos hasta la renovación de votos.
Me fuí con la nueva, la jovencita, hay que reconocer que ante semejante reto uno saca pecho y trata de cumplir lo mejor posible, por el qué diran. A la vuelta, el Maligno desató un fuerte viento en contra que no hizo sino incrementar mi fe.
Me acerqué por la capilla, pero estaban en maratón de rosarios, no aguanté ni un misterio.
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