Arquitectura social

Dice un experto que, lo que principalmente caracteriza a las sociedades avanzadas, es su arquitectura, las relaciones entre sus integrantes, a título individual y colectivo. La existencia de colegios profesionales, empresas, agrupaciones de vecinos, ayuntamientos, judicatura... cualquier actividad en la que sus miembros vuelquen aspiraciones e ideales.
Como decía yo que decía el Papa en su última encíclica de hace unas entradas, el desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común.
Y eso es complicado. Podemos tener mucho o poco, morirnos a patadas o vivir longevamente, haber muchos machos o muchas hembras, o incluso faltar comida (yo, mi perro, y me imagino que muchos, a determinado nivel, mato) pero lo que realmente conforma la convivencia, es eso que llaman feed-back, el sistema esfuerzo-recompensa. Porque, por la cara, salvo Jesucristo, que no sé si lo dijo o dicen que lo dijo, lo de poner la otra mejilla, lo de que los pobres heredarán la tierra, que serán los primeros en el reino de los cielos... los normales como tú y yo queremos disfrutar un poco en este valle de lágrimas.
Y recordad que las mayores revoluciones se han desencadenado por desigualdades. Cuando estudiaba ONGs, ya decían que el sistema social ideal implicaba que, el individuo más rico tuviese como máximo 6 veces lo que el más pobre, e idealmente, en entornos pequeños como una empresa, 3 veces.
Lo cual, a escala planetaria, me imagino que da mucha risa, claro. En todo caso, nuestro detector de injusticias es muy sensible; tanto que normalmente nos las inventamos.