viernes, 28 de noviembre de 2008

Humildad y soberbia

Una de las primeras cosas que me dí cuenta cuando empecé a ejercer en labores corporativas, (puñetera política) es que las buenas intenciones tienen que usar las mismas armas que las malas. De siempre, los buenos, somos respetuosos, tolerantes, pacatos... y sin embargo, el espabilao, el jetamari, el que no tiene casi escrúpulos, el que lucha sin importarle el daño desproporcionado que haga al adversario, se lleva el trofeo.
Y eso no es correcto. Aludo de nuevo al libro de Mendiluce "el amor armado". Tenemos que sentirnos orgullosos de lo que somos, de lo que representamos, de nuestra bandera. Tampoco hay que ceñirlo al terreno bélico en el que se basa el libro, sino en el social. Tenemos que vendernos y decir: soy Yo, y soy una gran solución para su problema, mis propuestas son buenas y merecen ser consideradas, y en todo caso, merezco absoluto respeto por ellas aun perdiendo. Ya lo he dicho muchas veces, perder una votación, una propuesta, ver rechazada una oferta, no es perder. Perder es no hacer esa propuesta, inhibirse, tener miedo...
Un conocido colega decía siempre (sobre todo a sus auxiliares, no a sus colegas) que el buen empresario tenía que estar siempre en el límite de la ley, y ¡bien sabe Dios que lo ha hecho!. Ha arrasado el mercado, con artes más o menos nobles, y se ha comido bastante más que los demás, que hemos ido de honrados por la vida. No me quejo, fué elección propia, y cada cual ha pagado su precio, tampoco le ha salido gratis. El estado de derecho tiene importantes lagunas que debe suplir la convivencia social. Y eso suele funcionar, excepto en los casos de crimen organizado y terrorismo, de los que hay muchos grados, y en muchos de ellos es posible convivir, aunque no nos guste reconocerlo. Con las formas leves de mafias y de terrorismo y coacción a veces no hay más remedio que pactar. Se ha hecho siempre y se seguirá haciendo, pero sin luz ni taquígrafos.
Pacto entre "caballeros" que se llama.

4 comentarios:

Tordon dijo...

Resulta claro que la honradez tiene que presidir todos y cada uno de los actos que conforman nuestra vida(profesional, intelectual, ética, moral, emocional...).
Pero no debemos olvidar eso que Jesucristo-en los evangelios apócrifos- nos aconseja:
"Sed cándidos como palomas, pero astutos como serpientes"

Pele Ón dijo...

Eso de los apócrifos suena bien. Sanchez Dragó también ha prometido unos, pero tardará años. Mientras tanto, con no creerse casi nada literalmente, suficiente.

Anónimo dijo...

Una pregunta: en la foto hay tres personas, ¿cúal es usted?

Pele Ón dijo...

¡Uy, admiradora! ¡Alguien que me admira por el intelecto! Dado que la foto de antes se hizo con la cabeza en una pecera, y en la actual no se distingue mucho, prefiero siga admirando mis capacidades literarias que no por las físicas.
(el del medio, el de la pluma).
Mi más sincera enhorabuena; se nota que tiene Vd un gran talento para escoger a sus admirados.