Empezando otra vez en primer lugar, y como decía, nadie es perfecto, y los pacientes tampoco. Hay varios grupos de negligencias (hablando de los piños, no me considero competente para hablar de médicos)
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1º: Errores diagnósticos:
a todas horas. Los diagnósticos médicos (y piñológicos) comparando con el “arte
de curar” que viví hace ya 43 años, son muy definidos y concretos, hay poco
margen de incertidumbre. Pero como digo a menudo, cuando entra un paciente con
dolor abdominal, el médico empieza a sudar. Puede ser una pancreatitis y le duele
el hombro. Puede ser un infarto y le duele el estómago. Puede ser un cólico y
le duele la cabeza… Sin entrar en detalles, en los piños pasa lo mismo, no
siempre podemos precisar bien
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Puestos ya,
también tiene que precisar el paciente. No es lo mismo uno que tiene todo bien
y que se cuida, que una boca catastrófica (lo normal, ni uno ni otro). Y en la
S. S. ni se contempla, pero aquí, el dolor significa dinero, y eso a veces
duele también. Yo no tengo un coche superguay, y mis revisiones del ojo, pues
les voy dando largas por pereza…
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2º: Fracasos:
pues es muy distinto el que viene en plan “Virgencita Virgencita, sálvame esta
muela” que aquellos a quienes el gerente, a veces disfrazado de dentista (o el
mismo dentista, cada vez es más frecuente, cuidadín dónde caes…) le mete en un
fregado descomunal, generalmente innecesario, por el “Todo por la Pasta”. El
primero, merece bendiciones, el segundo, maldiciones. Fracasar en un trabajico sencillo
es raro, que haya fracasos en hacerte 10 endodoncias, 7 implantes y 25 fundas,
es lo normal.
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3º:
Ocasionalmente, y cuando el problema supera al profesional o cuando el paciente
exige demasiado (con o sin razón) la tendencia natural es a pasar del
interfecto, darle largas, con o sin razones. Como las reparaciones nos cuestan
dinero, sobre todo las franquicias entorpecen lo posible la asistencia, o se
inventan problemas diferentes para los arreglos y de paso aumentar la factura.
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4º: Como siempre,
el dinero juega un papel importante en todo. Nunca puedes imaginarte lo caro
que puede resultar un profesional barato. Me lo dicen muchos pacientes de las franquicias:
hasta que firmas, todo es rosa, en cuanto te ponen la mano encima, todo es
oscuridad, prisas, apaños y excusas.
En
fin, que no te toque.
