Nos
enfrentamos a un momento en el que el agotamiento de las fuentes tradicionales,
fundamentalmente la energía química procedente de los combustibles fósiles,
marcará de forma drástica el futuro inmediato. Nuestra dependencia es de tal
magnitud que, inevitablemente, provocará un fuerte revulsivo del que nadie
saldrá indemne.
Algo
está claro: el petróleo barato se acaba, y el carbón es demasiado contaminante
y poco versátil, aunque pueda ser una fuente alternativa si se consiguen
controlar las emisiones. Las alternativas que ofrece la geoingeniería, por el
momento, son meros parches frente a un problema de la magnitud que nos ocupa, y
ninguno por el momento se asemeja a una solución.
La
automoción está demasiado imbricada en nuestro “way of life”, y el transporte,
una parte muy importante del problema. Conviene encontrar soluciones
intermedias de transición, pero no de esas que se anuncian con la mentalidad
beata del “coche ecológico”, sino de forma drástica y revolucionariamente
menor. Se exige un medio de transporte individual con un consumo de entre 5 y
quizá 50 veces menos que ahora, lo que a título experimental, ya es una
realidad, a condición de asumir prestaciones diferentes (por ejemplo, limitando
la velocidad a 30 ó 60Km/h y reduciendo la tara de los vehículos a costa de sus
prestaciones y seguridad…) En la propulsión, habrá que pensar en motores de 1-3
cilindros, aprovechando la tecnología por ejemplo de pistones de 50 a 250cc que
ahora mismo se usan en los monocilindros de motocicletas, y con una mezcla
basada en la eficiencia, no en rendimiento.
En
el transporte de mercancías, creo que estamos en condiciones de fomentar y
desarrollar una red de ferrocarril, de fácil electrificación, en la que puede
volcarse, de forma sencilla, la energía que ahora mismo estamos usando por
ejemplo para la iluminación nocturna. Sería perfectamente posible realizar un
tendido férreo incluso hasta el último kilómetro, con estaciones de descarga de
pequeños contenedores modulares, incluso autopropulsados, hasta un pequeño
centro de abastos de cada barrio, y de ahí, pequeño reparto en bicicleta.
Pensar en los drones no me parece realista a una escala de gran magnitud, es
demasiada comodidad y a un costo desorbitado.
Por
supuesto, que ahora mismo, y por las buenas (por las malas cualquier cosa) no
vamos a renunciar a cierto confort. No vamos a volver al autoconsumo, al
huerto, aunque habrá un fenómeno cultural que lo fomente, incluso en terrenos
urbanos. Las grandes urbes no tienen solución, algunos consuelos en terrazas
verticales y/o hidropónicas, pero la distribución relativamente horizontal de muchos
asentamientos podría facilitar algunas opciones, optimizando los recursos
hídricos.
La
generación de energía deberá ser polivalente, con énfasis absoluto en lo que
ahora llamamos renovables: eólica, hidroeléctrica y fotovoltaica, y desarrollar
otras como la maremotriz, geotérmica… Recordemos que actualmente, la producción
de energía es un problema, pero su almacenamiento es un enorme problema. Las
centrales de hidrobombeo reversible, en diversas escalas, creo que tienen un
gran potencial, y en España creo que tenemos una orografía favorable, se trata
de buscar ubicaciones. La tecnología es barata, y es un tema bonito y complejo
para motivar a estudiantes, incluso interdisciplinar de varios grados
universitarios (diseño, construcción, gestión…)
En
la actualidad, existen otros nichos de generación como por ejemplo, la
producción de hidrógeno en zonas áridas mediante técnicas de producción renovables.
Probablemente la forma directa sea la fotovoltaica; sin descartar el resto, los
costes de producción, transformación y transporte de esa energía son bajos, y
su balance de emisiones es prácticamente 0. El manejo del hidrógeno es muy
complejo, pero debe tenerse en cuenta que las instalaciones robotizadas reducen
al máximo al personal, e incluso les permitirán el manejo de prácticamente
todos los procesos de generación, almacenamiento y transporte, así como los de
utilización, mediante sistemas remotos. Hoy en día, el uso del hidrógeno en
pequeñas instalaciones no lo veo viable, pero no podemos descartar ninguna
opción a priori. Uno de los aspectos más importantes es la versatilidad,
debemos pensar en soluciones abiertas y desarrollar la tecnología adecuada,
tanto a nivel mayorista como minorista, para, en un momento concreto, poder
hacer transiciones de uno a otro sistema con rapidez.
Los
problemas son técnicos, pero las soluciones humanas. Esto lo debemos hacer los
humanos, con todos nuestros defectos, y una faceta muy importante es la
obligación de reducir, tanto el consumo per
cápita (austeridad) como los consumidores (gente). Hay que promover una
fuerte reducción de la natalidad, con medidas como fomentar fiscalmente el
primer hijo, la formación de hogares, pero penalizar los siguientes. Y por
supuesto, como digo, reducir el esquizofrénico modo de vida, con un consumo
desaforado de los recursos al estilo de “Le Grand Bouffe” que acabará como
imaginamos.
Suerte,
que la necesitamos. Pero sobre, todo, tenemos que ganárnosla, que si la suerte
nos pilla tocándonos los reverendos, pasará de largo seguro.
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