Durante mucho tiempo, al no existir alternativas, la amalgama ha sido, con mucho, insustituible como material de obturación de cavidades. Poco a poco, los composites han ido ganando terreno, de los cuales el más complejo ha sido no el de los composites, sino el de los adhesivos al diente, que ha costado mucho, pero ya son, en conjunto, una alternativa perfectamente válida y duradera, a condición de que se manejen bien. Son pues bastante sensibles a la técnica, esto es, lo tienes que hacer bien y con cuidado y cabeza. Con la amalgama era más dificil hacerlo mal, a poco que supieses te quedaban bien, y tecnológicamente, puede retomarse fácilmente si hiciese falta, es fácil. Y la propia amalgama, liberaba a la saliva los productos de la corrosión (los metales) que, en la superficie del diente servían para sellar la interfase, mejorar la adaptación. Y por debajo, a causa de la gran toxicidad del mercurio, era muy raro que creciesen bichos, que saliesen nuevas caries.
Aprovecharé para olvidarme momentáneamente de la amalgama, y decir que los composites parecen ser disruptores endocrinos, como muchos otros plásticos, plaguicidas, juguetes, biberones y chupetes. Es un problema no resuelto, como tantos otros, con la particularidad de que estamos jugando a escala planetaria. Una de las razones de haber abandonado los selladores de fisuras, tan de moda hace un tiempo, ha sido precisamente ésta, el plastificar a nuestros niños. Por el momento sólo estamos plastificando el océano.
Y, también como de costumbre, se incide casi siempre en el aspecto secundario, que es el tratamiento; y parece que el primario no cuenta, así que:
¡ COME MENOS DULCES, COJONA!, que es lo que realmente importa
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