Queridos Reyes:
Como de costumbre, no pido
para mi. Mi alegría es la felicidad de los demás. Es posible que esté en mis
genes, es posible que sea un rasgo adquirido, es posible que sean los tebeos de
santos que leía en el cole de pequeño (cole de curas, como casi todo el mundo)
donde con mucho amor, me llevaba casi a diario colleja o reglazo, pero eran las
formas al uso, y nos parecía absolutamente normal. Como fumar en el ascensor
(qué cosas, ¿verdad?)
Vale, pues últimamente
parece la cosa se está torciendo un poco. Y no lo digo por el puñetero
coronavirus, que tanto daño está haciendo a nuestra sociedad, sino porque la
biosfera está malita por la actividad antropogénica, y estamos cagándola en una
magnitud difícilmente reversible.
Pues, eso. Os pido que mis
nietas puedan disfrutar de sus nietos como Dios manda, esto es, masomenos, como
todos, y no nos liemos tampoco a tortas por los recursos, que en muy pocas
décadas, con el brutal crecimiento demográfico que está en marcha, nos van a
faltar para mantener este esquizofrénico tren de vida.
Tendréis que leer muchas cartas, claro, y comprar un regalico es lo fácil, eso no quiero, y mi deseo es mu pero que mu difícil, así que lo dejo por este año, que aunque nos creemos que estamos mal...
Virgencita, Virgencita… que me quede como estoy.