domingo, 15 de agosto de 2010

El plátano (fábulas de Samaniego)

Me contaba una linda Peleatita de las cosas que tenía para disfrutar y las que le faltaban, en uno de esos paraísos surferos y submarinistas. Afortunadamente, mis adoctrinamientos van surtiendo efecto, puesto que nada de eso se interponía entre ella y la felicidad.
En cualquier situación, puedes elegir ser feliz o infeliz con lo que hay y lo que no hay. También puedes luchar por algo (por tenerlo o por quitarlo) pero tienes que ser muy cuidadoso, dado que la moneda que entregas por ello puede ser de energía negativa o positiva, y recuerda un paradigma que lo estudiaba bastante bien Bert Hellinger: la equidad; osea, en términos técnicos físicos, a toda acción le corresponde otra reacción igual y de sentido contrario, que equilibra el sistema.

Vaaaaale, vale, el plátano, ahora vieeeeene:

Erase una vez una señora que contemplaba la siguiente escena (quedaría mejor decir que era yo, pero es que me van a pillar fijo): Un Papi que ofrecía a su caprichoso hijito las siguientes alternativas para la merienda:
"Mira, niño; elije: Plátano, plátano con torta, o torta sola".
Gracias a los métodos pedagójicos sabiamente elegidos y desarrollados metodológicamente, el chaval hizo la elección correcta, de lo cual le estará eternamente agradecido a su progenitor.

1 comentario:

Luna dijo...

Buenas.
Otra consulta, esta personal.
Que se hace cuando a un niño, al que tu conoces, huele la fruta de lejos y le dan unas nauseas horrorosas?
Este es que 1º usa la nariz antes de probar nada... pero lo de la fruta le sucede desde bebe.
Solo le gusta el zumo de naranja... el resto se echa a morir!!!
En fin a mi aun no se me ha ocurrido nada, para conseguir que pruebe algo mas.
Besos
Rosa
PD: La factura me la madas cuando quieras, jajaajajja